Cuaderno de bitácora, fecha interestelar: 10 de Enero de 2020, según el calendario de alguien que no nos acordamos ahora. Hora: difícil de precisar, según las estimaciones complejas de la rotación terrestre, junto con nuestro profundo desacuerdo con utilizar a Greenwich como coordenada de partida (¿con el Brexit también podremos deshacernos de esto?).

Queridx lectorx?!

Hoy es la primera vez que te invocamos. Hasta ahora eras un ente informe que habitabas en nosotrxs mientras escribíamos (incluso, nosotrxs éramos parte de ti), poniendo todo esto junto para el encuentro entre nuestros yoes del futuro en una plataforma abierta. Hay algo de voyeur neoliberal extraño en este gesto, enmarcado por un template de WordPress…

¿Por qué abrir un espacio de pensamiento público, blog o vertedero del pensamiento? ¿Para darnos bombo y platillo? No era esa la idea, ni siquiera sabemos que sea ‘tan’ público ¿No es acaso esto un modo de practicar lo común?… Quizá este sitio es un lugar físico para inscribir y obligarnos a pensar estas cosas y otras más aún por venir. 

Por tanto, ¿por qué nombrarte, por qué hacerte existir como audiencia, queridx lectorx? Porque, lo queramos o no estás ahí, anidadx incluso en nosotrxs, aunque no te hayamos imaginado aún. Porque quizá sí es un sitio público, aunque no tanto: ¿público como un urinario o como un parque? Un lugar público del que no damos sus coordenadas completas, a pesar de que nuestro hosting y nuestro dominio estén registrados para las autoridades competentes. Pero no le hemos dicho a casi nadie de su existencia. Si acaso se le aparecerá a alguien en el borde algorítmico de un clic.

Y, aún así, aquí nos juntamos, para quien se quiera venir a ver, a habitar este lugar extraño. Hay algo raro, como de cuarto oscuro, público y privado a la vez, lugar de goce inesperado y de conexión con lo tenebroso… Pero también de escaparate de barrio rojo: ¿qué se siente al vernos desnudxs? Aunque, paradojas del destino, a veces para esconderse lo mejor es ex-ponerse. Y, también, a veces exponer es una manera de no mostrar, o para mostrar hay también que dejar de exponer muchas cosas. ¿Qué no estaremos mostrando en este hacernos públicxs?

Esto podría haber sido, sin duda, una conversación críptica entre personas y sus cuadernos, un encuentro fugaz en el hilo de la noche…  Pero llevamos desde el verano  boreal y el invierno austral de 2019 aquí dándole vueltas, llenándolo de contenido e intentando pensar.

¿Qué es Intersticios? Es una pregunta que nos hacemos a menudo. No tenemos muy claro lo que estamos haciendo: ¿Un lugar de producción conceptual? ¿Una fábrica de indagaciones por venir, o por nombrar? Parte de la gracia reside en cómo esta plataforma digital pública nos obliga a buscarle un sentido.

Hacer intersticio como forma de pensar cómo montar una plataforma que haga ‘entre’, que muestre cómo pensamos (en) el entre. Lo sabemos, es confuso: Además, las autorías marcadas no marcan quién ha escrito, sino quien acaba subiendo un post que resulta de una conversación, a veces a tiempo real, otras en diferido por WhatsApp.

Quizá nadie que entre aquí le encontrará un sentido fácil a lo que estamos escribiendo. Queridx lectorx, tendrás que abrirte al intersticio para sucumbir ante algo abierto, abiertamente profundo como un mar. Aquí van, sin embargo, nuestras coordenadas en esta navegación peligrosa, cruzando a un lado y otro del Atlántico:

Colectar es lo que más hemos hecho, como modo de pensar. Una captación y subrayado interesados del mundo, que quizá no necesitan de explicación. Un lugar donde la cita deja de ser una cita y pasa a cobrar sentido en relación al resto de materiales ahí con-citados. Una colección que invita a un modo intersticial de leer, a situarse entre fragmentos. La co-lección como lugar de lectura conjunta.

Intuir como un ejercicio radical de amistad. Un acto de juntarnos a hablar (más bien, balbucear), en un entre intercontinental y transatlántico hecho disponible por las grandes infraestructuras de datos del capitalismo salvaje y tardío (Allô, Google Hangouts? Oui, c’est moi), que nos homologan y nos conectan: haciéndonos creer que Montevideo es un rincón latino, con su castellano international, de Berlín; o que Berlín es un barrio cheto/pijo/fresa/cuico de Montevideo.

Pero como en una especie de broma o vómito, nos atrevemos a arrojarle al mundo esta cosa informe: una intuición, un modo de conectar con lo amorfo del intersticio. Un intersticio que supone, sin embargo, el principio de un ‘informe’, un reporte, un acta de un pensamiento. Un espacio de encuentro donde el saber bien delimitado y académico ya no importa: Esto son nuestras misivas desde el entre.

Tejer es la aspiración, pero lo que no sabemos aún hacer, ni para nosotrxs ni para otrxs. Hay un sentido en lo que hacemos, aunque no lo encontremos o podamos expresarlo fácilmente. Nos asusta la disciplina del pensamiento. Pero está ahí, sin duda. Hay discusiones de las que pende nuestro pensar y a las que se conecta nuestro indagar: pesadas, cruciales, filosas, filosóficas, de nicho o campo disciplinar (mayday, mayday, S-T-S). Queremos tejer, es nuestro interés de habitar esta plataforma, pero se nos complica, requiere mucha disciplina (a veces demasiada, quizá sin sentido), decir cosas concretas, precisas para públicos concretos.

De hecho así empezamos esta aventura: Tenemos 30 páginas delirantes de un potencial artículo que quizá nunca escribamos. De ese proceso nació el desborde de este proyecto (incluso tenía título: Interstitial matters, se llegó a llamar). A veces nos ha parecido que contenían el germen de una idea de libro, por su brotar desbordante y de gran formato. Otras veces todo este vendaval de ideas juntas se nos ha hecho un engrudo irrelevante, la trastienda o el taller conceptual de lo que quizá pudiera ser dicho en otros lugares mejor o con más sentido (de maneras más interesantes).

¿Intersticios, quizá, como parte del pequeño taller de orfebrería en que se ha convertido la producción académica contemporánea (designed in California, assembled in China)?

Quizá lo nuestro es un tejido sin aspiraciones de ser jersey o vestido. Iremos dando cuenta de ello por aquí. Llegaremos poco a poco, pensando por el camino. Tejer, a fin de cuentas, es lo que esta plataforma quiere mostrar, de lo que quiere ser, en fin, muestra. Tejer como modo de hacer tesis o, mejor, de producir tesituras.

Diagramar se nos atragantó en un proceso de escaneo y pasar a limpio. Pero en en muchas de nuestras conversaciones se nos ha planteado la necesidad imperiosa de entrar en un juego con las líneas: como un volver a ser niñxs enfrentadxs a la dispersión de lo blanco, al contraste del trazo de un lápiz, un bolígrafo, un marcador. O en nuestro último encuentro de cuerpo presente, abordando y asaltando con furia un pobre y viejo pizarrón, por el que quizá hayan pasado varias capas de intentos semejantes en el pasado…

Hacer intersticio nos ha llevado a pensar “haciendo dibujitos” (si te parece poco serio o ridículo), o “esquemas / mapas mentales” (si te parece que esto tiene una dignidad que no sabemos si tiene), para distinguir y conectar (wow, como el flipchart de un entorno corporativo, yeah). Dibujos que nadie salvo nosotrxs seguramente entienda, porque tal vez no sea necesario entenderlos. Como cuando lxs niñxs dibujan casas, otrxs niñxs, juegos, animales y las personas adultas sólo pueden ver garabatos y decir, paternalmente, ¡qué lindo! Diagramar como un modo de tener siempre presentes los diagramas de la vida.

Y aquí seguiremos, encontrándonos periódicamente para seguir dando sentido a esto, produciendo esta infraestructura informacional. No sabemos cómo, pero por el momento aquí seguiremos in-formando.

Atentamente tuyxs,

Interstitial beings